miércoles, 13 de enero de 2016

La firma (T9)

Parece que ese día llegará (o al menos eso espero), el día de publicar algo, y es mejor que nos pille preparados. Hasta ahora todas las colaboraciones que he realizado con el grupo de investigación las firmaba con el nombre completo, es decir el nombre y los dos apellidos. Pero se nos olvida que la “soberanía lingüística”, como decían en una entrada anterior, en cuestiones relacionados con la divulgación científica es el inglés, y la norma es un solo apellido, el apellido familiar que por lo general es el del padre. Aún recuerdo que en Portugal era curioso encontrar que el primer apellido era el materno pero el que terminaba sucediéndose a los descendientes era el último, es decir el paterno, por lo que la idea anglosajona se mantenía. Pero hablar ahora de parentesco y su relación con el patriarcado no es lo que toca.

Haciendo una búsqueda en Scopus y en Google Scholar con mi primer apellido (no muy común) salían 111 autores en Scopus, contando apellidos compuestos, por cierto y para mi sorpresa uno en Japón y otro en una universidad china. Y con mi nombre y mi primer apellido el resultado fue una única persona en el ámbito de medicina. Aunque las materias son distintas y difícilmente podría crear confusión, opto por visibilizar también la matrilinealidad en mi firma incluyendo un guión para hacer con mis dos apellidos uno compuesto.


Saura-Blanco C

martes, 12 de enero de 2016

Un paseo entre revistas científicas (T8)

Durante la sesión realizada en diciembre en la biblioteca de la UPNA, tuvimos la oportunidad de analizar las revistas de distintos ámbitos científicos. Si bien en nuestro grupo existía cierta heterogeneidad (2 ingenieros y 2 de ciencias sociales, antropología y enfermería) pudimos observar similitudes y diferencias en los ejemplares escogidos en la breve incursión al fondo documental de la universidad.

Para empezar, el aspecto de las revistas de ciencias sociales se acerca más al de cuadernos o libros, con un tamaño inferior a un folio (A5) y mucho más gruesos que los boletines de ingeniería, cuyo aspecto es más de revista al uso. Cabe mencionar que esto se relacionaría también con la periodicidad de la publicación, no siendo igual una revista mensual que aquella que se distribuye  trimestral o incluso anualmente.

La extensión de los artículos es algo mayor en las revistas de antropología que revisamos, pudiendo tener alrededor de 30 páginas de media (llegando incluso a 50) mientras que las de ingeniería rondaban las 5 páginas o incluso menos por artículo. Las primeras se presentan en una única columna, a diferencia de las segundas que por lo general usan 2 columnas.

Cuando analizamos la estructura de los artículos descubrimos que los de ciencias sociales siguen una estructura más simple con una introducción, un cuerpo o desarrollo y unas conclusiones, y por último las referencias que se presentan en el sistema APA o Vancouver, aunque dentro del texto se cita por norma general con el estilo Harvard indicando, tras el texto citado, el autor, la fecha y opcionalmente, el número de página entre paréntesis. El número de referencias oscila en 4 y 5 referencias por página.

Por el contrario, la estructura del artículo científico de ingeniería sigue más el formato IMRAD (introducción, metodología, resultados y discusiones) en los que a diferencia de los artículos de ciencias sociales contienen numerosas tablas, fórmulas o gráficas que facilitan y agilizan la comprensión. Las referencias que se utilizan siguen el formato ISO-690 y son citadas al final del artículo.

Un hecho que llama la atención es descubrir publicidad, sobre todo en las revistas de ingeniería, relacionada a empresas que muestran productos de innovación tecnológica. Nada está libre de las estrategias de marketing, y puede ser un modo de financiación, pero es necesario que no confunda al lector y no se abuse de los espacios publicitarios.

martes, 5 de enero de 2016

La ciencia en Wikipedia (T6)

La inmensa cantidad de documentos científicos que se publican y el crecimiento exponencial que han experimentado desde los inicios son realmente asombrosos. Las primeras revistas científicas aparecieron en 1665 y hasta casi la segunda mitad del siglo XVIII se publicaban menos de 10 documentos científicos anuales. En la actualidad, “se calcula que se publican hoy en el mundo 60.000 revistas científicas y técnicas y por encima de 2 millones de documentos al año” (J. R. Pérez Álvarez-Ossorio, 1990).

Por mencionar un paralelismo a un nivel más social y fuera del mundo académico, nos encontramos con la Wikipedia, ¿quién no la ha consultado alguna vez? Siendo su creación en 2001, en 2005 llegaba a 1.8 ,millones de artículos en 200 idiomas y en 2013 eran 37 millones en 287 idiomas. Este fenómeno social y altruista, de compartir el saber de manera libre, ha conseguido un éxito nunca visto. Aunque ese carácter libre hace dudar de su confiabilidad, en 2005 la revista Nature realizó una revisión de la información científica que contenía tanto la wikipedia como la Enciclopedia Británica, revelando que en ambas se encontraron el mismo número de errores graves, unos 4 en cada, tales como falsas interpretaciones de conceptos importantes. También hallaron numerosos errores factuales, omisiones o declaraciones engañosas: 162 y 123 en Wikipedia y Británica respectivamente.
Se trataba de la revisión de una muestra de 50 entradas, realizada por colaboradores que llevan tiempo trabajando en puestos académicos relevantes y son muy apreciados por sus pares como expertos en el tema en cuestión. Se escogieron entradas muy diversas, desde el teorema de Pitágoras, pasando por la oveja Dolly, Mendelevev o el quark. Pese a la escasa diferencia en errores, la revista critica el modo abierto y libre de la enciclopedia de internet y la falta de verificación y evaluación de su contenido. Es cierto que existen mecanismos de denunciar un posible “vandalismo”  o la falta de imparcialidad en los artículos pero no llega a ser suficiente para garantizar la fiabilidad.

Otra curiosidad, que refuerza el paralelismo con el que se inicia esta entrada, es el idioma universalmente asumido para los textos científicos, el inglés. No es de extrañar que el idioma sea éste. “… como en casi todos los otros ámbitos de las actividades humanas, el nuevo idioma universal es el inglés. Gran parte de la razón de que esto sea así ha sido el dominio absoluto a nivel mundial en prácticamente todos  los campos de la ciencia que han tenido los Estados Unidos desde la segunda Guerra Mundial.” (Ruy Pérez Montfort, 1995)

La wikipedia muestra en su portal de inicio las diez enciclopedias  más visitadas. En la parte inferior se muestran todas las Wikipedias con más de 100 artículos. La inglesa con más de 5 millones de artículos supera a la alemana, la siguiente en número con 1,8 millones, y a la francesa con 1,7, seguidas de la italiana y la española con algo más de 1,2 millones de artículos cada una. 

Sin duda un reflejo de la soberanía lingüística en el ámbito público que también es asumida en el mundo académico y científico.